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Los López también lloran  

Por Víctor  Barrera  

Lo que ocurrió en la conferencia matutina del martes, solo nos muestra que Andrés Manuel López Obrador se mueve en beneficio a su propia persona y existe poca empatía hacia todos los demás y menos para aquellos que califica y considera como “traidores a la patria”, “fifí” o “conservadores”. 

Al narrar con voz entre cortada y ojos húmedos, da la persecución que él y su familia fueron el objetivo cuando Roberto Madrazo era gobernador de Tabasco solo quiso señalar que fueron víctimas del sistema. 

Sin embargo, ahora que está en el sitio que durante varios años busco, la forma de actuar no hace diferencia con lo que el vivió en carne propia junto con su familia con la forma en que actúa. 

Ahora usa dependencias y órganos del estado paras tratar de destruir a sus “enemigos” a quienes no comparten su ideología y critique la forma en la cual ha administrado el país bajo el eje rector de instaurar una Cuarta Transformación. 

La escena que se trasmitió y que enmarcaron su palabra, fue conmovedora y posiblemente disparará la atención de la gente y mucha de ella tendrá empatía con López Obrador, pero esto no da respuesta a los cuestionamientos que surgen sobre su familia y sus hijos que a simple vista se ven como beneficiarios principales  del sitio que ocupa Andrés Manuel López Obrador, ser el titular del Poder ejecutivo y establecer las reglas de cómo se maneja el sistema político en el país. 

Los cuestionamientos que se han disparado sobre la casa que “renta” su hijo en Houston, no hacen más que evidenciar que efectivamente no son iguales a los anteriores que han detentado el poder y que ocupa López Obrador para acusarlos de la situación actual en la cual se encuentra el país. En medio de una crisis económica para la mayoría de las familias mexicanas y un estancamiento del sector productivo que no logra  crear los empleos necesarios y mantiene en un estancamiento a la economía nacional. 

López Obrador se enfrenta a sus “monstruos”, que ha intentado  vencer y que lo siguen acompañando, la corrupción que se creó cuando  familiares de gente del gobierno son los principales beneficiados  del mismo, recordemos los casos de su prima Felipa y los contratos millonarios con Pemex, de los políticos que se aprovechan de sus puestos como presidentes municipales y de aquellos que a nombre de otras personas recolectan recursos y se ven beneficiados,  también aquellos que utilizan a las dependencias del Estado y órganos para tratar de  destruir a sus enemigos. A esto se les debe sumar que la amistad, el «compadrazo» y otras linduras son parte primordial para conseguir un puesto en el servicio público. 

En esta ocasión demostró que le duele todo esto  y busca  la empatía de la gente, pero se le olvida que existen otros problemas que  no ha resulto y que a la gente le duele, como el hecho de que algún pariente fallezca  por consecuencia del Covid-19,  que muchos niños enfermos de cáncer sufran porque les faltan sus medicamentos, que la gente no encuentre  un empleo bien remunerado  y tenga  que salir del país en busca de este para poder  enviar “remesas”  que permitan a su familias,  que se quedan en México,  poder sobrellevar la crisis económica. 

Se le olvida que existen muchas familias que tenían una pequeña o mediana empresa y que tuvieron que cerrarla por la falta de venta de sus productos y que esto ocasiono un despido enorme de gente que ahora invade las calles del país con pequeños puestos que ofrecen comida y productos en venta, para llevar ingresos a sus casas. 

Se le olvida a López Obrador que no ha aplicado una estrategia para reactivar la economía nacional, para atraer inversiones que favorezcan al fortalecimiento de estos sectores. 

Se le ha olvidado que la inseguridad sigue con altos nubles, que los homicidios dolosos siguen presentes., que los feminicidios no bajan y que la sociedad se está crispando haciéndose cada vez más violenta.

López Obrador quiere que la gente se centre en su dolor, pero él no tiene empatía con el dolor ajeno. Es hora de trabajar y dejar seguir echando  culpa al pasado, porque eso ya paso, es el momento de crear el presente, que siente las bases de un futuro mejor para todos los mexicanos, no solo para su familia, amigos y quienes ciegamente dicen y aprueban las ocurrencias del presidente. 

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