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México sigue siendo el gran perdedor en los comicios electorales 

Por Víctor Barrera 

En los comicios del domingo pasado quedo claro que quienes perdieron fueron todos los partidos políticos y por supuesto todo México. El gran ganador es el hartazgo de la gente que se traduce en abstencionismo. 

Pero para gobernar, lamentablemente este último punto, el abstencionismo, no cuenta, sino el número de votos que se consigan, así sea solo el 20 o 30 por ciento del total de la ciudadanía. 

En término legales así se gobierna, pero en términos reales no existe una aceptación por gran parte de la ciudadanía y población de sus gobernantes, elemento que es aprovechado por el crimen organizado para irse apoderando del territorio nacional. 

La gobernanza del país, entonces, se encuentra en riesgo de perderse y tener solamente a un titular del Ejecutivo que obedezca a los intereses de grupos pequeños o el crimen organizado y que las decisiones nos lleven a una nación rehén de ellos. 

Este es un punto que debe preocupar a los partidos políticos, si es que quieren seguir sobreviviendo en la política mexicana, porque un abstencionismo del 48 al 54 por ciento, como el que se vio en los comicios del domingo pasado debe ser un foco amarillo. 

Partidos como el PRD, PVEM, PT y ahora el PRI, podrían perder su registro estatal y por su puesto sus prerrogativas que implica menor cantidad de recursos económicos, pero también deben ver que significan que ya no le interesan a la ciudadanía. 

El triunfalismo y soberbia con la cual se maneja el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, es solo una muestra que este movimiento solo busca el poder por el poder y no tiene la mínima intención de trabajar para la gente, porque con el voto “duro” que mantiene a través de los programas sociales, es suficiente para alcanzar el triunfo electoral. 

Si fuera lo contrario, estaría preocupado en obtener la atención de la gente, pero más allá trabajar para que la gente realmente sienta el cambio en todos los aspectos. 

Hasta el momento en México solo hemos vivido cambio de color e ideología política, pero no un verdadero cambio que coloque a México en el lugar que le corresponde en el mundo, en términos económicos, de crecimiento y desarrollo social.  

Los ciudadanos a lo largo de este siglo han mostrado su necesidad de cambio y por ello el voto ha sido distinto, por lo menos en los comicios sexenales, en la búsqueda de ese titular del Poder Ejecutivo que tenga la capacidad de ser líder, plantear objetivos claros y alcanzables en el corto y mediano plazo y que siente las bases para que en el largo plazo seamos un mejor país.  

Está claro que mientras no surja un gran liderazgo México está condenado a seguir obteniendo resultados mediocres y malos. Desperdiciando sus grandes riquezas naturales, su situación geográfica y el potencial de desarrollo que se tiene 

En fin, mientras que los partidos políticos se muevan más por mantener el poder, sin legitimidad social, seguiremos siendo un país pequeño y dependiente de otras naciones para sobrevivir. 

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