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La realidad no es como la pintan desde Palacio Nacional. 

Por Víctor Barrera  

Cuando la narrativa rebasa la realidad significa que las cosas no esta bien t se debe hacer un alto para recapacitar en donde esta el origen de esos errores para corregirlos y seguir evitando  vivir de “sueños y promesas”. 

Sin embargo esto no ocurre, y no ocurrirá en lo que resta del sexenio, donde la mayoría legislativa sigue casada con la narrativa que todos los días sale de Palacio Nacional. 

Durante lo que va del mes y en los próximos dos meses más, que se lleve a cabo la glosa del Quinto Informe de Gobierno, seguiremos viendo en el congreso de la Unión discusiones  bizantinos que  impedirán ver el presente y el futuro del país. 

Porque esa mayoría legislativa sigue atrapada en la ilusión de que se ha realizado un cambio en el país, sobre todo en lo social que parte de un crecimiento económico, un peso fuerte y un incremento de remesas al país. 

Pero esto no se refleja en la vida diaria de los mexicanos. El  precio de los alimentos es cada vez más alto, el costo del dinero para conseguir un crédito y abrir un pequeño negocio  es elevado y  las remesas más que  empujar una estabilidad económica, impide un crecimiento de exportaciones del país. 

En lo laboral se dice que el salario mínimo ha elevado los salarios como nunca, aunque este incremento se vea desaparecido ante el índice alto de inflación. Se que subraya que la pobreza ha llegado a mínimos históricos, pero se les olvida que se ha incrementado la pobreza extrema, Se afirma desde Palacio Nacional que en breve tendremos cientos de clínicas y hospitales de primera calidad operando en todo el país, pero no se asegura que estos se localizaran en las zonas donde viven los más pobres y contaran con el suministro importante de medicamentos.  

Lamentablemente la realidad nos muestra lo contrario, este “cambio” prometido, solo es un paso atrás  a lo alcanzado hasta el 2018. Esto originado en la política de lealtad y no de capacidades. Que ha acompañado al desmantelamiento de instituciones, bajo el argumento de eliminar la corrupción, pero no han sido sustituidas por otras organizaciones eficientes. 

Queda claro que en lo referente a salud, este sexenio ha sido un verdadero fracaso. Así quedo  registrado por  número brutal de muertes que se presentaron en el país, por la pandemia del Covid-19 y la falta de una respuesta rápida para evitarlo, se hablo de un número catastrófico de 30 mil fallecimientos y este se elevo a más de 700 mil, sin sumar los no registrados por esta causa y que fueron achacados a otros padecimientos. 

La muerte de niños con cáncer y personas a quienes sufrieron del abasto de sus medicamentos, por la compra tardía de las vacunas anticovid. Es decir se decidió no gastar demasiado en este rubro y esa fue la tónica en los siguientes años, colocando a México en 2022 dentro de los primeros cinco países con menor gasto en salud per cápita, con un promedio de 626 dólares por persona. De ahí el deterioro de la atención a las necesidades de salud individuales y de la población en su conjunto.  

A esto agregamos que las personas sin acceso a servicios de salud llegó a 50.3 millones en 2022 (39.1 por ciento de los habitantes), 30 millones de personas más frente a lo reportado en 2018. Las consecuencias de la desaparición del Seguro Popular, su fallida sustitución por el INSABI y la errada política de trasladar esa carga al IMSS-Bienestar, se reflejan en este panorama desolador. 

En la educación las cosas no mejoran y ahora se intenta realizar una educación ideológica, disfrazada de humanista, donde los conocimientos que permiten el desarrollo y competitivas  laboral son sustituidos por fantasía  sociales como ensalzar una ideología de izquierda anacrónica. 

Se  desmantelo el Instituto Nacional de Evaluación Educativa y con ello perdimos uno de elementos para medir y saber  el desempeño de la política educativa. Que por cierto nadie conoce las bases de la política educativa actual, salvo que es más humanista. 

Ante la escasez de una política educativa y preparación profesional, muchos jóvenes deciden emigrar y otros enlistarse en  organizaciones criminales, el resultado de la primera opción es el incremento de remesas a país, algo que debería ser vergonzoso, porque es expulsar a millones de personas de su país por la falta de oportunidades laborales y crecimiento social. La segunda deja como resultado que las organizaciones criminales, cada vez ocupan más zonas de nuestro territorio, donde imponen su ley. 

Esta narrativa que persisten  en defender los legisladores de la mayoría, morena, PVEM y PT,  no tiene ningún sustento de  mejor calidad de vida de los mexicanos, solo que  le otorgaremos una jubilación bastante abundante al inquilino de Palacio Nacional, y que millones de familias  no tendrán  siquiera para complementar  la compra de una canasta básica de alimentos. Que los  hijos del tabasqueño son los nuevos millonarios de este sexenio y de haber continuidad de la 4T aumentaran  esa riqueza. 

Que los “juniors” de este sexenio estarán en posiciones de poder, sin demostrar sus capacidades, solo por ser hijos de la «nueva» clase política. 

Es por ello, que lo invito a reflexionar sobre la realidad que vive México y no establecer la narrativa  de Palacio Nacional como verdad. Sino mirar su economía familiar y sus oportunidades de crecimiento profesional y económico, más allá de ser simple “aspiracionista” que en este sexenio se califico  como algo negativo. 

Evitemos que esos legisladores, que ahora se frotan las manos, pensando que  se re elegirán algunos, otros  se sienten ya gobernadores y otros alcaldes o en algún otro puesto de elección popular o dentro del sistema continúen arraigando los males que evitan un desarrollo real de México y sus pobladores

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