¿Quién tendrá el poder a partir del 1 de septiembre?

Por Víctor Barrera

Todo indica que la  décimo sexta Legislatura del Congreso de la Unión, que se instalará el próximo mes de septiembre, se mantendrá mas apegada al aun inquilino de Palacio Nacional, que a Claudia Sheinbaum, la primera presidenta de México.

Esto porque muchos de los legisladores de la coalición Juntos Seguiremos Haciendo Historia, están pensando aprobar de manera algunas de las reformas constitucionales que envió al tabasqueño, como colofón para cerrar su sexenio, marcado más por fortalecer su poder y no por trabajar para el bienestar de todos los mexicanos.

Los argumentos que estos legisladores manifiestan que estás modificaciones son indispensables para  erradicar de una vez por todas la corrupción  existente al interior del  Poder Judicial en el país, pero también existen otras que aseguran que esto es dar el verdadero poder a la ciudadanía y fortalecer a la democracia, porque  ahora todos los funcionarios de los tres poderes de la Unión serán elegidos por el voto popular.

Ambos argumentos tienen algo de verdad, sin embargo también nos muestran que desde un principio de este sexenio la continuidad significara un “maximato” del oriundo de Macuspana de manera velada. Esto porque el tabasqueño  ya está administrando los tiempos del gobierno de Claudia Sheinbaum,  dejando en segundo termino al nuevo gobierno federal.

Por ello, si la señora Sheinbaum no hace nada para sacudirse, lo antes posible, la sombra de su mentor y establecer que ella es quien  tiene el mando,  los mexicanos estamos sentenciados a tener un México encaminado  a un retroceso que implica niveles bajos de crecimiento, poca movilidad social y por su puesto la permanencia de un poder detrás del poder.

Tendremos también una presidenta debilitada, donde la mayoría legislativa estará más atenta a los designios del tabasqueño y no a  las órdenes de Sheinbaum.  

Sin duda Sheinbaum Pardo conoce las diferentes “tribus” existentes al interior de Morena por lo que debe tener claro que diputados  y senadores deben lealtad al líder máximo y que el tabasqueño tiene a su favor la revocación de mandato que probablemente podría utilizar si el actuar de su alumna no es el que le conviene.

La presidenta debe conocer que la venganza, aunque lo niegue, es una especialidad del tabasqueño y que no dudaría en aplicarla para  evitar que sea  sometido a investigación alguna familiar, amigo  o ex secretario de su gabinete.

El panorama no es  bueno para Sheinbaum, pero tampoco para los mexicanos si seguiremos  viviendo con las ocurrencias de quien se siente emperador.