Por Víctor Barrera
Este régimen federal y el que pronto tomará a su cargo las riendas del país, están convencidos que los votos que obtuvieron, un poco más de la tercera parte del padrón electoral, les dan la oportunidad de hacer y deshacer instituciones para adecuarlas a sus intereses de grupo y no del país.
Piensan que el alto nivel de popularidad que mantiene el inquilino de Palacio Nacional, es factor fundamental para establecer una política alejada de la democracia y la rendición de cuentas. Y por ello desdeñan la realidad que viven millones de mexicanos para imponer su utopía donde todos somos felices, felices, felices.
La realidad es que en este sexenio se ha obtenido un nivel elevado de inflación acumulada muy similar a la que se obtuvo durante la segunda mitad de la década de los 80, del siglo pasado, en el gobierno de Miguel de la Madrid.
Este nivel, echa abajo los incrementos que se han obtenido en el salario mínimo, además de que muy poca gente percibe este salario, porque la mayoría de los mexicanos están en el comercio informal, por lo que sus percepciones son variables y en muchos de los casos en comparación al costo de la canasta básica, sigue siendo un salario precario.
Esto coloca a más de la mitad de la población mexicana en una carencia alimentaría, indicativo de que la pobreza en el país ha aumentado y no disminuido, a pesar de que muchos mexicanos son beneficiarios de los “programas sociales” que este gobierno ha aplicado.
Se estima, porque no existe una relación precisa de los padrones de beneficiarios de los programas sociales en el país, que suman cerca de 30 millones de mexicanos quines perciben estos recursos, pero esto demuestra que son programas realizados más por interés electorales que para sacar del a pobreza a la gente.
Es importante entonces subrayar que de no haber un cambio de rumbo al que se ha establecido con la denominada 4T, el panorama de millones de familias en el país es mantener una precariedad en muchos sentidos.
Es decir, la alimentación de los mexicanos seguirá siendo deficiente ante los altos costos de los productos básicos, la atención a la salud, ineficiente, porque la política de austeridad y ahorro, ha desmantelado a las instituciones del país al grado de hacerlas inoperantes por la falta de recursos para comprar siquiera los insumos básicos para su operación, esto nos recuerda una vieja frase “al diablo con las instituciones”.
Lo mismo el sistema educativo, que esta más encaminado a establecer una ideología retrograda alejada de la libre competencia y creación de riqueza.
Se dice que los pueblos tienen el gobierno que se merece y al parecer esto es lo que merecemos. Por la ignorancia de mucha gente que prefiere cambiar sus libertades por unas migajas de dinero porque no quieren estudiar o trabajar.