Por Víctor Barrera

Sin duda este 2025 sigue mostrándose como un año difícil para México, porque aún existen muchos problemas que persisten en el país y a estos se sumaran los problemas que se detonen a partir del 20 de enero, fecha que asumirá la presidencia de Estados Unidos Donald Trump y que será un factor determinante en los cambios geopolíticos y económicos que ocurrirán en el mundo.

Esperamos que la presidenta Claudia Sheinbaum y su equipo tengan un Plan ya establecido para poder hacer frente a todos estos problemas que se irán detonado a lo largo del año.

En lo interno, el crecimiento económico que en las actualizaciones de los expertos se ubicara por debajo de 1.5 por ciento, resultado que dista del optimista 2.3 por ciento, que había establecido como piso el gobierno federal.

Este nivel de crecimiento será el resultado de la incertidumbre global persistente ante los conflictos armados mundiales, sumado a los problemas estructurales internos del país.

En estos problemas son principalmente por la disminución de la inversión pública del 16 por ciento y porque esta inversión está destinada a proyectos que no tiene un retorno económico importante, como lo son la construcción de las vías férreas, dejando en segundo término la infraestructura industrial y logística, que podría atraer inversiones de manera inmediata aprovechando las oportunidades del nearshoring.

Esto por supuesto tendrá un impacto en la creación de empleos formales, problema que a finales del año presentó una notoria desaceleración. Elemento que también impacta en los niveles de consumo interno del país, motor clave para el crecimiento económico nacional.

A esto debemos sumar que el nivel de inflación se ha mantenido por encima del 4.5 por ciento y este podría incrementarse como consecuencia de la cuesta de enero, donde el incremento de los servicios que ofrece el estado son elementos detonantes del incremento en el costo de insumos y productos finales

Estos últimos también tendrán variantes, si los conflictos geopolíticos afectan al mercado energético y de alimentos.

En cuanto a las finanzas públicas, el gobierno federal presenta el reto de disminuir el déficit de 5.9 por ciento a 3.9 del PIB mediante el recorte presupuestal programático y los ajustes tributarios. Pero esto solo se hará posible si no existe ninguna variante en las bases con la cual se estimó esta labor de reducción del déficit económico.

Esto especialmente si no se resuelve de manera inmediata la situación financiera de Pemex, para evitar que siga siendo el elemento más importante que drena los recursos del erario público.

Aquí también entran los llamados programas sociales, que incrementan en número de ellos, loque significará que se tendrá que destinar más recursos para cubrir estas transferencias a la gente en México.

Lo mismo ocurre con la CFE, que, ante la limitación de inversión privada para generar energía eléctrica, la capacidad de la CFE sigue siendo insuficiente para crear y distribuir la energía necesaria para desarrollar más zonas industriales sin que existan variantes voltaicos o apagones en algunas zonas del país.

Todo esto se verá aderezado por la posible aplicación de un incremento en los aranceles de exportación de nuestros productos a Estados Unidos, afectando principalmente sectores como el automotriz y manufactura.

Además, el incremento de impuesto a las remesas reducirá el ingreso de muchas familias mexicanas que durante muchos años sobrevivían con los envíos de sus familiares instalados en Estados Unidos.

Con todo esto, se hace necesario que el gobierno mexicano, si tenga una estrategia para poder enfrentar estos retos que son inminentes en el 2025 y que limitan el potencial de crecimiento de México