El reciente estreno de la nueva versión de Nosferatu, protagonizada por Bill Skarsgård, Lily-Rose Depp, Willem Dafoe, Nicholas Hoult y producida por el director, Robert Eggers, hace una reinterpretación del clásico vampírico de 1922 que estuvo cerca de desaparecer por la disputa legal entre la apoderada del autor de Drácula, Florence Balcombe, y Prana Films, productora de detrás del filme.
La Nosferatu de 1922 fue la única producción de Prana Film, una compañía fundada en 1921 por Enrico Dieckman y Albin Grau. Este último, motivado por su fascinación por los vampiros, impulsó la creación de una adaptación del clásico de la literatura gótica Drácula de Bram Stoker. La dirección estuvo a cargo de F. W. Murnau, considerado uno de los cineastas más influyentes de la historia.
Sin embargo, Grau no contaba con los derechos de autor para adaptarla obra, lo que llevó a que, junto con el guionista Henrik Galeen, modificaran nombres y ubicaciones en un intento de evitar repercusiones legales. Pese a estos cambios, el estreno no pasó desapercibido. Florence Balcombe, viuda y apoderada de Bram Stoker, recibió una carta anónima alertándola sobre la proyección de una película en el zoológico de Berlín que había plagiado la obra de su esposo.
En 1925, Balcombe emprendió una acción legal contra Prana Film, exigiendo una multa significativa y la destrucción de todas las copias y negativos de la película. El juicio resultó en la quiebra y cierre definitivo del estudio. Sin embargo, Nosferatu logró sobrevivir gracias a copias que se preservaron en países donde la demanda de Balcombe no tenía alcance legal, permitiendo su reproducción y difusión hasta convertirse en un legado cinematográfico.
A pesar de la controversia que marcó su producción, Nosferatu de 1922 es hoy considerada una obra maestra del expresionismo alemán y un clásico indiscutible del cine mudo. Actualmente, está disponible de forma gratuita en plataformas como Tubi, Plex y YouTube.