Documental Político
¿Tendrá Marina del Pilar sus días contados?
Arrastrada por la farándula y siempre envuelta en escándalos por su afición a la frivolidad, que la ha llevado a cantar, bailar, a subir a TikTok sus ridículos y a acudir a cuanta fiesta se le presenta, la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda -que ha dejado clara su cercanía a bandas criminales, particularmente de narcotraficantes con quienes tiene pactos de colaboración con jugosas ganancias para ella-, suma otro revés a su desastrosa gestión, ahora por la cancelación del gobierno norteamericano su Visa de turista, previo a la revocación de la misma de su esposo Carlos Torres.
Carente de talento, de experiencia y madurez política, de sensatez, de humildad y de verdadera cercanía con el pueblo y la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo -a quien no le veía posibilidades de ser candidata pues su corazón estaba con el corrupto senador Adán Augusto López Hernández-, pareciera que sus días como Ejecutivo estatal están contados.
Marina del Pilar jamás ha mostrado tacto, sensibilidad y sentido común para concentrarse en la tarea de gobernar, porque todo se le ha dado fácil gracias a su íntima relación con Mario Delgado, hoy secretario de Educación y también señalado como huachicolero, que la llevó de la mano rumbo a una diputación local, una federal y después a la alcaldía de Mexicali (los tres cargos sin concluir), para luego ligarse con el que se decía “hermano” de su paisano López Obrador y se creía ya en la presidencia.
Desde entonces Ávila Olmeda pensó que Baja California y sus recursos financieros le pertenecían a ella y a su torpe, simple y muy ambicioso y corrupto esposo Carlos Torres, que se ha hecho de múltiples propiedades en los siete municipios de la entidad, gracias a que TODOS los dineros de las arcas del gobierno del estado, pasan primero por sus manos antes de ser aplicados a los programas para los que son destinados.
El descrédito de la gobernadora crece, el repudio generalizado se consolida, sus cuentas bancarias (de ambos) en Estados Unidos fueron primero aseguradas, luego canceladas, y ahora en proceso de devolución para que sean depositadas en cuentas y bancos mexicanos -no sin antes ser revisadas por su ofensivo monto y origen por la Fiscalía General de la República y por la Unidad de Inteligencia Financiera-, parecieran ser suficientes razones para que Claudia Sheinbaum le solicite separarse del cargo.
Si la presidenta por fin se decide a hacer los ajustes que parecieran ser impostergables en el gabinete que su antecesor le dejó armado, y si además logra entender que está ahí para servir a la nación y no a López Obrador y a la bola de rufianes que lo acompañaron y le que endosó, su gobierno se irá consolidando y podría recuperar la confianza de la mayoría de la población -incluidos muchos morenistas- que se han dado cuenta del brutal engaño y fraude que fue el gobierno anterior.
Hasta hoy Claudia Sheinbaum no se ha podido soltar del todo de sus ataduras con López Obrador, y salvo en el tema de seguridad, en el que han dado fuertes golpes a los cárteles de las drogas, parece impedida para sacudirse de los lastres que le significan colaboradores, entre otros, como Zoé Robledo en el IMSS; Rosario Piedra, en la CNDH y Octavio Romero Oropeza, en el INFONAVIT, así como de los gobernadores de Sinaloa, Tamaulipas y las dos Bajas Californias, de Rubén Rocha Moya, Américo Villarreal Guerra, Víctor Castro y Marina del Pilar Ávila Olmeda, respectivamente.
De no escuchar a la población, que exige en sus entidades la salida de Marina del Pilar Ávila Olmeda, de Rocha Moya y de Víctor Castro, no habrá ni respiro ni descanso para Claudia Sheinbaum, que en lugar de concentrarse en tareas de estabilidad económica, progreso y desarrollo, distrae mucho su atención en el comportamiento de estos gobernadores, que ni le deben el cargo ni le son leales y sí son sumamente torpes en su desempeño y voraces para hacerse de recursos financieros de las arcas de sus entidades y de los moches que les dan los narcos a los que defienden y protegen.
En sus manos está poner órden, en su cargo de presidenta descansa una enorme responsabilidad y todo el poder para corregir y cambiar, y ganarse así el respeto y reconocimiento de los mexicanos, que esperamos y también exigimos justicia, castigo a corruptos, oportunidades laborales, combate total a delincuentes, buenos servicios de salud, educación de calidad, acuerdos comerciales a nivel mundial que nos permitan crecimiento económico, y unidad y coincidencias que tanta falta nos hacen, luego de que alimentaron la discordia, el odio y la división nacional.
Por lo pronto Baja California vive en la zozobra de una gobernadora incompetente que no podrá sacudirse los escándalos en los que está envuelta, y por el bien de la entidad, es momento de su salida.
Claudia Sheinbaum tiene la palabra. Sólo ella puede tomar cartas en el asunto para devolver la paz a la entidad, para que recupere su estabilidad y crecimiento. Es tierra de gente buena, noble, trabajadora, que merece otros amaneceres.
Quizás tenga la presidenta miedo de moverla, porque podría crecer más la oposición de Baja California, pero debe escuchar a la población que grita la necesidad de un relevo.
Por ahí tiene varias opciones de su propio partido, entre ellas, a la ex alcaldesa de Tijuana, Montserrat Caballero Ramírez, a quien odia Marina del Pilar y en su tiempo obstaculizó su gestión, y al senador Armando Ayala Robles, ex alcalde de Ensenada, quien también de repente pierde el horizonte y la seriedad, cuando se desprende del pudor y se pone a cantar, bailar y a subir a TikTok sus videos.
Es tiempo de ajustes y cambios. ¿Se darán?
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