Los jóvenes la generación con menos riqueza

La pobreza es un mal que aqueja a millones de mexicanos. Si bien — en los últimos años — se registró una disminución de este fenómeno, aún persisten retos importantes. 

Uno de ellos es la situación de vida de los jóvenes, quienes son considerados el presente y futuro del país. El 31% de las personas de entre 12 y 29 años vive en pobreza, es decir, 11.8 millones.

¿Qué implica esto? Los ingresos que perciben son insuficientes para adquirir los bienes y servicios que requieren para satisfacer sus necesidades y no tienen garantizado el acceso a al menos uno de los derechos sociales de educación, salud, seguridad social, vivienda y alimentación.

De esos 11.8 millones, 2.1 millones (5.6%) viven en pobreza extrema, es decir, no tienen los ingresos suficientes y, además, presentan tres carencias sociales o más, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Al ver de forma desagregada, de la población de 12 a 17 años, 36% vive en pobreza y 6.6%, en situación extrema. En el segmento de 18 a 29 años, 28.8% está en pobreza y 5%, en condición extrema.

“Con estas cifras, el bono demográfico se está perdiendo y se puede convertir en pagaré”, dice Rogelio Gómez, coordinador de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza.

Los jóvenes enfrentan un escenario complicado en materia laboral, como informalidad, bajos salarios y jornadas largas de trabajo, principalmente por la falta de experiencia y la creciente demanda por una vacante.

“A pesar de la recuperación progresiva del empleo tras la crisis del Covid-19, persisten desigualdades significativas que afectan a la población joven, especialmente a las mujeres, y a quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad”, señaló la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el estudio “Jóvenes en el mercado laboral: entre la informalidad y la falta de oportunidades”.

Destaca que en América Latina y el Caribe, donde incluye a México, la tasa de desocupación juvenil es tres veces mayor que la de los adultos. Además, cerca de 60% de las personas jóvenes trabajan en la informalidad, lo que, dice, limita su acceso a la seguridad social y a condiciones laborales dignas.

Muchos jóvenes, señala, enfrentan dificultades para acceder a empleos acordes con su formación. Esta situación se ve agravada por la expansión de nuevas formas de empleo, como el trabajo en plataformas digitales, que, si bien ofrecen flexibilidad, suelen estar marcadas por la precariedad.

Según el estudio “Talento joven y empresas: oportunidades y desafíos”, de ManpowerGroup y Junior Achievement Americas, 83% de los jóvenes ha tenido problemas para encontrar trabajo. El 60% de los encuestados señala que su principal reto es la falta de experiencia.

En materia de informalidad, las personas entre 15 y 24 años registran tasas de 67%, una cifra mayor a lo observado a nivel nacional, según datos del Inegi.

En lo que se refiere a salarios, datos de Indeed, empresa de capital humano, refieren que, después de las personas de 75 años o más, los jóvenes son los que ganan menos.

Para su análisis toma como referencia las personas de entre 15 y 24 años, las cuales laboran como profesionistas o técnicos. Ellos perciben una remuneración mensual promedio de 5,540 pesos y en el caso de ellas, de 4,090 pesos.

“(La juventud) será una de las generaciones más empobrecidas y con menos patrimonio: un menor porcentaje tendrá casa, pagarán renta, sin ahorro, sin trabajos estables y sin pensiones”, señala Max Jaramillo-Molina, profesor del Departamento de Sociología del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades.

Gómez añade que los jóvenes que están en situación de pobreza tienen más probabilidades de vivir en esa condición por el resto de su vida, ya que “acumulan desventajas muy importantes en temas de salud y de rezago educativo”.

“La baja movilidad social observada se explica por una alta desigualdad de oportunidades”, destaca el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).

El tema de la informalidad, expone Gómez, implica trabajos precarios para ellos, lo cual se refleja en un nulo crecimiento de empleos formales registrados en el IMSS en este grupo de edad durante los últimos seis años.

Este escenario se recrudece en el caso de las mujeres, quienes, en muchos casos, no buscan empleo porque realizan actividades domésticas o de cuidado.

Este escenario puede cambiar, considera el coordinador de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, sólo si se implementen políticas públicas, como un sistema de cuidados que aumente la participación laboral femenina.