Del “Frankenstein” de Gabino Cué Monteagudo al “zombie” de Salomón Jara Cruz, fue el destino del proyecto hídrico que anunció la Cuarta Transformación para Oaxaca, con un presupuesto de más de siete mil millones de pesos.
Para el biólogo Juan José Consejo, la “magna” obra que ha anunciado el gobernador Salomón Jara Cruz es un proyecto fracasado al que solo le quieren dar otro nombre: de presa Paso Ancho a presa Margarita Maza de Juárez.
En realidad, dijo, es un “Frankenstein al que le han maquillado mejor las costuras y aunque es un poco más chiquito, sigue siendo un monstruo, nosotros le llamamos zombie porque es proyecto que nació muerto”.
En el programa de análisis “El Bloque” –en el que participan los periodistas Antonio Mundaca, Juan Carlos Zavala, Pedro Matías y Miguel Ángel Maya Alonso–, el director del Instituto de la Naturaleza y la Sociedad de Oaxaca (INSO) recordó:
“El proyecto del tiempo de Gabino Cué fue que estaba tan mal hecho que terminó siendo cancelado oficialmente por la Profepa, aunado al conflicto agrario entre San Vicente Coatlán y Sola de Vega y porque donde iba a estar originalmente la presa existe inestabilidad geológica.
Durante la transmisión, el integrante del Observatorio Ciudadano Comunitario de Agua y Medio Ambiente de los Valles Centrales de Oaxaca (OCCAMA), dijo que en el actual gobierno de Salomón Jara se desconoce si hay algún proyecto ejecutivo de la presa que pretenden reactivar, lo único que se sabe es que “ahora los costos se han quintuplicado con respecto al proyecto original”.
“El tema es tétrico, como sea es un monstruo” porque este proyecto de la 4T tiene elementos que nunca se analizaron apropiadamente, entre ellos que no es agua limpia, tenemos que potabilizarlas; que esa agua está a varios cientos de metros por debajo de los valles centrales y tenemos que bombearla, pero además tenemos que conducirla desde una zona que está a más de 100 kilómetros de distancia”.
El biólogo considera que con la aplanadora del Estado es muy complicado frenar estos proyectos y son capaces de pasar por encima de la ley con tal de imponerlos, en el tema de transparencia, en la regulación de los principios e incluso de principios éticos, porque lo que hay es un asunto financiero detrás.
“Hay el interés de que haya este volumen de dinero (más de siete mil millones de pesos que podrían aumentar a más de 10 mil millones de pesos) y que se gaste en la opacidad, lo que implica un arreglo, por no decir contubernio entre el sector privado y el público, ya que este tipo de obras terminan siendo ejecutadas por actores privados”.
Entonces, “hay de por sí este este interés que no se hace explícito de que se sigue el camino porque es buen negocio. Dejémoslo en ese nivel para para no decir lo que es bastante obvio que sí hay una mala intención, pero acompañada de una increíble falta de visión”.
El biólogo partió de que “tenemos suficiente agua en los valles centrales de Oaxaca porque llueve cerca de 90 metros cúbicos por segundo en la época de lluvia, pero estamos hablando de requerimientos de 1 metro cúbico por segundo, que es lo que ofrece este aparentemente nuevo proyecto”.
Entonces, dijo, “lo primero que tenemos que decir es no hay necesidad de un proyecto de trasvase que, por cierto, va a contrapelo del programa nacional hídrico que anunciaron con bombo y platillo las autoridades federales y luego el proyecto en sí tiene un sinnúmero de objeciones”.
Considera que “el problema que tenemos es de agua rápida, es decir, agua que cae en la época de lluvias y se arrastra rápidamente porque ya en los valles centrales el agua ya se infiltra poco. Y esto nos lleva a decir que no es que no tengamos agua, al contrario, pues ahora lo vemos, tenemos falta de agua y exceso de agua”.
Lo que “tenemos es un desequilibrio drástico en los en los valles centrales y esta es la fuente del problema, entonces, lo que tendríamos que atacar, más que pensar cómo solucionamos en el inmediato el traer el agua de muy lejos, es una segunda consideración que sale de eso es que es un problema, es este desequilibrio, es un problema complejo que hay que abordar de manera integral y no solamente por una medida la infraestructura”.
“Y la primera objeción que tenemos con respecto a este proyecto es que no hemos visto el programa integral de abasto de los valles centrales en donde podría insertarte si fuera ecológica, social y técnicamente viable”.
En síntesis, con este proyecto de Salomón Jara “tendríamos que esperar a que se baje, lo tengamos que bombear, potabilizar y entubar para meterlo a un sistema de distribución en donde formalmente y probablemente está peor que eso, pero formalmente se tira el 40% de ello, es decir, estamos haciendo una obra para terminar tirando por lo menos la mitad del agua sino reparamos el sistema de agua potable”.
Finalmente, resaltó que este tipo de obras, son de mediano plazo, es decir, no se hacen rápidamente, de hecho, sería bastante extraño que una obra de estas se concluyera en dos años, seguramente no se concluirá en este sexenio, aunque, se le ha reducido, según los pocos datos, cerca de un tercio de lo que era el proyecto original de Paso Ancho.
Y lo que es peor, “es una obra cuya vida útil va a ser bastante corta, no queremos hacer estimaciones, pero si dura 20 años, ya sería mucho”.
Entonces, “estamos planteando una obra que va a tardar mucho en hacerse, que va a tener una vida útil relativamente corta y que va a costar más de siete mil millones de pesos”.
Insistió en que cualquier proyecto, cualquier programa, tiene sentido solamente si cumple tres requisitos: Uno, que cuente con estudios sólidos e integrales de carácter ecológico, de carácter geohidrológico, de carácter económico y de carácter social, pero refirió que eso no es lo que ve en este proyecto.