Mayor realidad y menos espejismos para México.

Por Víctor Barrera

El Fondo Monetario Internacional (FMI) opaca el desbordado optimismo que el gobierno mexicano tiene hacia el 2026 en adelante, Donde se estima que en a el 2030 nuestra nación estará ubicada en un sitio entre las mejores economías del mundo.

En el 2018, con los crecimientos de 2 por ciento anual, calificados como mediocres por el oriundo de Macuspana, México era la economía número 12 a nivel mundial. En estos momentos, después del desastre realizado por la llamada Cuarta Transformación, México se ubica en el lugar 14 y todo indica que de no existir un crecimiento económico bajaremos más posiciones y estaremos cerca del lugar 20.

El FMI pronostica que para este 2025 nuestro país solo alcanzará un crecimiento de 1 por ciento, que resulta bastante débil ante las carencias que muestra México. Esto por supuesto es insuficiente para los objetivos establecidos en el Plan México, que se basa principalmente en la construcción de infraestructura para crear polos de desarrollo, en el sexenio de Enrique Peña Nieto se llamaron Zonas Económicas, y con ello, alcanzar crecimientos sostenidos para llegar al 2030 en la posición 10 de las más grandes economías.

Siendo conservadores, si México logra, a partir del 2026, establecer crecimientos de 4.5 por ciento, esto podría colocarnos en esa posición. Sin embargo, ante un bajo crecimiento crecen las necesidades económicas y esto provoca que los sectores productivos no tengan el soporte suficiente para desarrollarse aún más.

México requiere que a partir de la aprobación del Paquete Económico Federal (PEF), se establezcan las bases para apuntalar los sectores productivos y con ello crear el crecimiento económico. Pero el PEF presentado aun esta más encaminado a mantener las cuotas políticas a través de seguir distribuyendo programas sociales, que en poco ayudan a la movilidad social de la gente que los recibe.

Por tanto, se debe buscar que lleguen inversiones al país, para crear esa infraestructura, pero estas inversiones no llegaran si se mantiene centralizado el poder en uno solo. Como lo que está ocurriendo ahora, tanto el Poder Legislativo, como el Judicial están supeditados al Ejecutivo. Lo que implica que nadie se opondrá a las decisiones del Ejecutivo.

Esto no sería malo, si en verdad el Ejecutivo viera hacia el desarrollo y crecimiento económico, donde más que repartir dinero se creara riqueza para ofrecer más y mejores empleos, con salarios suficientes para que no exista la necesidad de apoyar la economía de las familias mexicanas con programas sociales.
Esto es, si el gobierno mexicano diera los instrumentos para generar riqueza, como es una inversión pública mayor, garantizará un Estado de Derecho y seguridad, estableciera mecanismos para el desarrollo de la industria y comercio nacional. Los resultados serán más rápidos de conseguir.

Pero ante la forma dogmática con la cual se sigue manejando el Ejecutivo, manifestando que los poderosos económicos hacen daño y van en contra de la población, evitando que la inversión privada entre en el desarrollo de fuentes de energía y exprimiendo aún más a la base contributiva que solo representa el 13 por ciento de la población, difícilmente podemos ver que México alcanzará crecimientos de siquiera 2.5 por ciento de manera anual.

México, lo hemos dicho tiene mucha riqueza, por ello se mantiene en posiciones económicas mundiales, a pesar de los despojos que hace la clase política. Pero bien utilizados estas riquezas nuestro país estaría en mejor situación. Países más pequeños que carecen de las riquezas naturales de México han logrado alcanzar crecimientos económicos importantes y su población no necesita de programas sociales para tener una economía familiar holgada.

Si Claudia Sheinbaum pudiera aprovechar el alto porcentaje de aceptación de la población, para definir su propia estrategia económica, política y social, podría convertirse no solo en la primera mujer presidenta del país, sino en quien en verdad dio un giro total a la situación del país.

Porque una economía con crecimiento de apenas 1 por ciento, con una población altamente dividida y rehén de grupos criminales no es un augurio de crecimiento. Hasta ahora México a sobrevivido a la clase política voraz, proes necesario ponerle un freno y esto es decisión del Ejecutivo.

No es malo ser optimistas, lo malo es que no se trabaje para alcanzar los objetivos que se plantean. Porque cuando el optimismo no se sostiene en realismo, no inspira confianza y sólo fabrica espejismos.