Documental Político

Emilio Trinidad Zaldívar

¡Qué mentirosa es usted señora Claudia! ¡Cuánta falsedad en sus mañaneras, cifras y discursos! ¡Qué falta de empatía, de sensibilidad!

Rebasada por la izquierda, por la derecha, por el centro, la que se dice tener el control del gobierno y del país, va y viene. Cambia de actitud y de discurso. Confronta, ignora, señala, acusa, reta, y luego, con actitud más humilde y serena, recorre calles del centro histórico para socializar y probar -dice- que el pueblo la quiere. 

Antes de eso -con discurso conciliador-, dijo que buscará pacificar Michoacán luego de asesinado el alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, a quien siempre ignoró y que tanto le pidió ayuda y atención a los temas de brutal delincuencia que vive esa importante ciudad.

No sé qué me indigna más, si la estupidez, la incapacidad y la insensatez del gobierno federal para atender los problemas del país -sobre todo en materia de seguridad-, o el cinismo, hipocresía y falta de autocrítica para aceptar que las cosas no caminan bien. 

Claudia Sheinbaum acusa a periodistas, intelectuales, dueños de medios y a todo aquel que se atreva a expresar que ésta es una nación dominada, controlada y sometida a las balas de las bandas criminales, que mandan en todo el territorio nacional. Esas que deciden quién vive y quién muere a sangre fría y sin castigo alguno, pero la empleada de López Obrador no se atreve a aceptar que es su incapacidad y complicidad con los delincuentes la que no funciona bien. 

Ella suele acusar a los “comentócratas” del ambiente polarizado, enrarecido, crispado, pero no acepta que todo lo que pasa en nuestro país es por su impericia política, su carencia de autoridad, control y mando de un gobierno que solo es suyo en su discurso. 

Hay frustración y mucho enojo, rabia de ciudadanos que ven con horror que quienes deberían gobernar y poner orden, son miembros activos de las grupos mafiosos que lo mismo asaltan las arcas nacionales, que comandan a hordas de sicarios y de huachicoleros, que cuentan con la impunidad que les brinda el manto protector del mayor delincuente y capo de México, el mismísimo Andrés Manuel López Obrador. 

Alcaldes, políticos, madres buscadoras, líderes de productores de limón y aguacate, abogados y ciudadanos de a pie, son ultimados todos los días ante la mirada atónita y cómplice de autoridades sin que nada pase, porque este gobierno, extraviado en su carencia de experiencia política para dirigir, prefiere apoyar a los ladrones y matones, dentro y fuera de la administración pública federal, estatal y municipal, porque son la mayor y más voraz mafia que se haya hecho del poder en nuestro país, y robar, saquear, engañar, simular y mentir, es su esencia, su origen, su ADN. Así nacieron: corruptos, cínicos, hipócritas, incapaces, autoritarios, ineptos y hasta asesinos. 

Hoy vemos a campesinos y agricultores ignorados y abandonados, a transportistas frustrados por falta de certeza en los apoyos a sus actividades, a comunidades, pueblos enteros dominados y sometidos por los que verdaderamente mandan: los cárteles de la droga y los criminales de cuello blanco. 

Arden Michoacán, Sinaloa, Tamaulipas, Veracruz y varias entidades más, que ven ineficacia, impericia política, simulación, abandono, corrupción y complicidad con el crímen organizado y con los cárteles de la droga, lo que alimenta el estallido social que puede tornarse en revueltas que ya no podrán controlar. 

México debe despertar, es urgente reflexionar para sacar del poder a los que no pueden con el paquete, de lo contrario, seguirán las calamidades de la naturaleza haciendo de las suyas, y la sangre de inocentes masacrados, continuarán pintando de dolor y rabia nuestro territorio.

El México bronco está despertando. 

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