Nos pagan de cuatro a cinco pesos el kilo de maíz, cuando el de tortilla está entre 25 y 30 pesos, dice Salvador Ruiz, campesino jalisciense.
Por si fuera poco, apunta, un kilo de maíz rinde un kilo con 600 gramos de tortillas. No es justo, grita, mientras muestra sus manos a Alfredo Porras Domínguez, delegado en Jalisco de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader). “Madreadas de callos, todas madreadas de andar trabajando, mientras ustedes apoyan a empresarios que ganan miles de millones”.
El escenario es la delegación de la Sader en Tlaquepaque, donde integrantes del grupo Amigos por el Campo citaron a conferencia de prensa, a la par que otras agrupaciones realizaban bloqueos en por lo menos cinco puntos carreteros de la entidad, en los que, aclararon, su organización decidió no participar, por ahora.
“Es una tristeza venir a estas juntas con la intención de llevarnos un buen concepto de nuestro gobierno, pero de parte de la administración federal no hay respuesta, porque nada más, como dicen, el atole que no se menea, se hace bolas (…) Dicen que sí, pero llegan a una parte donde no sacamos ni siquiera los gastos de lo que invertimos en nuestras cosechas”, reprocha el labriego.
Ruiz hace un recuento de todo lo que se necesita para hacer válida la frase de “sin maíz no hay país”. Maquinaria, sembrar, escaldar, cultivar, fertilizar, fumigar, pagar “peones muy caros”.
Como en otras ocasiones, Porras escucha y anota. Nada nuevo bajo un panorama en el cual la Federación da apoyos, pero sólo a quienes siembren hasta cinco hectáreas, lo que a los que tienen más tierra les parece injusto, y por eso han intensificado sus movilizaciones.
“No pedimos nada al gobierno federal, pero que exijan a las empresas harineras que nos paguen mejor precio. Es una injusticia que están haciendo a toda la nación”, advirtió.

